Historia de Córdoba - Pasado, presente y futuro de Córdoba
Historia de Córdoba

Historia de Córdoba

Conoce la apasionante historia de Córdoba y descubre las huellas que romanos, musulmanes, judíos y cristianos han dejado en esta ciudad Patrimonio de la Humanidad.

El nombre de Córdoba significa “ciudad del río” o “ciudad de los turdetanos”, pueblo prerrománico que habitó este territorio.

Fundación de Córdoba y época romana

En el año 169 a.C., el general romano Claudio Marcelo levantó un campamento militar en una colina del Guadalquivir, dando lugar al primer asentamiento en la zona. Este pequeño núcleo poblacional pronto derivó en la fundación de la ciudad romana de Corduba.

Poco a poco, Corduba se extendió y prosperó como urbe hasta que en el año 45 a.C., la guerra civil desatada entre César y los hijos de Pompeyo obligó a la ciudad a posicionarse en uno de los bandos. El apoyo de Corduba a los pompeyanos y su posterior derrota provocó una terrible represalia que acabó con la vida de 22.000 habitantes.

En poco más de veinte años, Córdoba recuperó su papel relevante en Hispania. En el año 27 a.C., el emperador Augusto nombró a Corduba capital de la Bética, importante provincia romana en Hispania. En los años siguientes, la ciudad vivió una época de esplendor y llegó a convertirse en una de las ciudades más importantes del Imperio Romano y de Europa.

Corduba protagonizó un auténtico renacer urbanístico. Se construyeron grandes monumentos como el foro, el circo, el teatro, el Templo Romano, una gran muralla que rodeaba toda la ciudad y el Puente Romano, que unía la ciudad con Roma a través de la vía augusta. Algunos de estos monumentos se pueden visitar en la actualidad.

Además, la ciudad vivió un renacer cultural de la mano de grandes pensadores de la época, como el filósofo Séneca o el poeta Lucano, ambos originarios de Corduba.

A mediados del siglo VI, Corduba pierde su capitalidad y sufre numerosas revueltas que marcan su imparable declive. En el año 572, los visigodos se asientan en Córdoba y permanecen casi dos siglos dominando la ciudad. Durante este periodo, los judíos, que habían gozado de libertad de culto con los romanos, son perseguidos y obligados a abandonar su religión.

Este hecho propició el futuro apoyo del pueblo hebreo a las tropas musulmanas que invadieron la ciudad a principios del siglo XVIII.

Invasión musulmana y Emirato de Córdoba

En el año 711, las tropas bereberes del norte de África cruzaron el estrecho de Gibraltar y comenzaron la invasión de la Península Ibérica. Tan solo siete años después, este nuevo territorio denominado al-Ándalus se convirtió en provincia dependiente del Califato Omeya.

Durante veinte años, el ejército bereber avanzó hasta ser derrotado en Tours, al noreste de Francia. Esta batalla marcó el inicio del retroceso musulmán, que propició conflictos internos entre árabes y bereberes.

En medio de este caos, el joven Abderramán I, único superviviente de la masacre de la dinastía omeya en Siria, huyó de Damasco y fundó el primer emirato omeya de Córdoba en el año 756. De esta manera, Córdoba se convirtió en la capital de al-Ándalus y se independizó políticamente del califato, aunque mantuvo sus vínculos religiosos.

En los siguientes 170 años, siete emires sucedieron a Abderramán I. En este tiempo, Córdoba vivió una importante transformación urbanística y cultural. La judería se extendió y las calles siguieron el trazado típico de la arquitectura musulmana, dando lugar a un laberinto de calles estrechas.

Además, siguiendo la idea del “jardín del paraíso”, los patios de las casas se llenaron de fuentes y flores aromáticas. Este nuevo modelo de vivienda se ha mantenido hasta nuestros días, dando lugar a los famosos patios cordobeses. También se levantaron mezquitas y baños árabes en la capital y se construyó el templo más importante de al-Ándalus: la Mezquita de Córdoba

La vida en la capital de al-Ándalus siguió su rumbo tranquilo hasta la llegada del octavo emir, Abderramán III.

Califato de Córdoba

El octavo emir de Córdoba, Abderramán III, rompió definitivamente los vínculos religiosos con el califato abasí de Bagdag en el año 929 y se autoproclamó califa de Córdoba. Bajo su mandato, la ciudad vivió una época de esplendor sin precedentes y llegó a convertirse en el principal centro cultural de Occidente.

Con casi un millón de habitantes, Córdoba simbolizó la convivencia de judíos, cristianos y musulmanes durante más de un siglo. En todo este tiempo, la ciudad califal se convirtió en el punto de encuentro de célebres científicos, filósofos, astrónomos y matemáticos. Además, se llevaron a cabo importantes obras públicas, como pavimentación de las calles, alcantarillado y alumbrado nocturno. 

Pero, sin duda, la obra más importante de la Córdoba califal fue la construcción de Medina Azahara en 936. Abderramán III trasladó el gobierno y la corte a esta ciudad palatina, desde donde gestionó el funcionamiento del califato, recibió a líderes internacionales y concilió las relaciones entre bereberes, cristianos y judíos.

Su sucesor en el trono fue Al-Hakam II, quien a su vez dejó el trono a su hijo Hisham II, de tan solo once años. La inexperiencia del joven califa propició que el chambelán Almanzor ganara protagonismo e influencia hasta concentrar todo el poder civil y militar.

Los constantes ataques de Almanzor a los reinos cristianos hicieron que estos se agruparan y protagonizaran un levantamiento que puso fin al califato de Córdoba en el año 1031. Los bereberes saquearon e incendiaron Medina Azahara y la comunidad musulmana de Córdoba se dividió en pequeños estados denominados reinos de taifas.  

Reconquista y época cristiana

Tras la disolución del califato de Córdoba, la capital quedó dividida en 39 reinos de taifas, lo que provocó que el poder político quedara descentralizado. Las tropas almorávides aprovecharon esta situación y arrasaron estos reinos, que más tarde se revelaron dando lugar a los segundos reinos de taifas.

En el siglo XII, el imperio almohade llegó a la Península Ibérica y unificó todos estos reinos. Pocos años después, los almohades fueron derrotados por los cristianos, dando lugar a los terceros reinos de taifas.

Finalmente, las tropas cristianas de Fernando III entraron en Córdoba y conquistaron todo el territorio en 1236. Aunque la ciudad mantuvo su esencia árabe, los musulmanes fueron expulsados, la medina pasó a ser villa medieval y se construyeron numerosas iglesias. La historia de Córdoba inició su etapa cristiana.

En el siglo XV, los Reyes Católicos se instalaron en Córdoba para dirigir desde allí la reconquista de Granada y la ciudad recuperó parte de su esplendor. En 1486, Isabel y Fernando recibieron al marinero genovés Cristóbal Colón en el Alcázar de los Reyes Cristianos para escuchar su innovadora ruta hacia las Indias. 

La cristianización total de Córdoba llegó en 1492, cuando los Reyes Católicos expulsaron a judíos y musulmanes de la Península Ibérica. Como consecuencia, en 1523, Carlos I autorizó construir una catedral en el interior de la Mezquita.  

En los años siguientes también se edificaron las Caballerizas Reales, la Puerta del Puente y la Plaza de la Corredera.

Córdoba tuvo un papel protagonista en 1808, cuando las tropas del general Castaños vencieron al ejército francés en la Batalla de Bailén, que supuso la primera derrota de Napoleón y el inicio de su declive.

Historia de Córdoba en el siglo XXI

Desde mediados del siglo XX, la ciudad vivió un renacimiento económico y cultural que derivó en un aumento considerable de la población.

Hoy en día, Córdoba es un importante núcleo turístico que atrae a visitantes de todo el mundo gracias a su riqueza patrimonial. La Unesco declaró Córdoba Patrimonio de la Humanidad en 1984. Recientemente, en 2018, el conjunto arqueológico de Medina Azahara ha sido declarado también Patrimonio Mundial.